La adicción no siempre comienza con exceso. A veces comienza con dolor. Con una necesidad no resuelta, una emoción que no pudo decirse, un vacío que busca ser llenado.
Más allá del juicio
Hablar de adicción desde la culpa no ayuda. Las conductas adictivas —sea alcohol, tabaco, comida, pornografía, redes sociales— muchas veces aparecen como una forma de anestesiar el dolor emocional.
¿Qué hay detrás?
En muchos casos, la adicción intenta resolver algo más profundo:
- Soledad persistente.
- Ansiedad no reconocida.
- Duelos no elaborados.
- Autoexigencia extrema.
- Historia de trauma.
Del castigo a la comprensión
El cambio real ocurre cuando dejamos de enfocarnos solo en la conducta y empezamos a mirar la necesidad emocional que hay debajo. Desde ahí, el trabajo terapéutico puede acompañar de manera más efectiva.
Conclusión
La adicción no es un problema individual desconectado del entorno o la historia. Comprenderla como síntoma y no como falla puede abrir un camino de cambio más respetuoso y profundo.